María José Vargas Bianchi, Co-fundadora de Estudio Constante de Branding, con más de 8 años construyendo marcas para disitntas empresas en el país.
El “naming” es el proceso de creación y selección del nombre de una marca, producto o servicio dentro del ámbito del branding. Es una parte crucial del proceso de construcción de la identidad de una marca, ya que el nombre elegido puede influir significativamente en la percepción del público y en el éxito del producto o servicio en el mercado.
El naming implica mucho más que simplemente elegir un nombre atractivo o memorable. También debe reflejar la personalidad y los valores de la marca, ser distintivo y relevante para el público objetivo, y ser legalmente viable (es decir, no infringir derechos de marca registrada de terceros).
El proceso de naming generalmente incluye:
- Investigación y análisis: Esto implica comprender a fondo la marca, su público objetivo, su competencia y el contexto en el que operará.
- Generación de ideas: Se generan una amplia variedad de opciones de nombres, utilizando diversas técnicas creativas y considerando criterios como la originalidad, la relevancia y la pronunciación.
- Evaluación y selección: Se evalúan las opciones de nombres en función de diversos factores, como su capacidad para comunicar los atributos de la marca, su disponibilidad legal y su potencial para diferenciar la marca en el mercado. Luego se selecciona el nombre final.
- Pruebas y validación: Antes de lanzar oficialmente el nombre, a menudo se realizan pruebas para asegurarse de que sea bien recibido por el público objetivo y que no tenga asociaciones negativas no deseadas.
El proceso de naming también puede beneficiarse de insights profundos sobre el público objetivo y el mercado. Los insights son percepciones o entendimientos profundos que informan las estrategias de marketing y branding. Al aprovechar los insights, las empresas pueden crear nombres que resuenen con los consumidores de manera más auténtica y significativa.
Un insight relevante podría provenir de la comprensión de las necesidades no satisfechas de los consumidores o de sus valores subyacentes. Por ejemplo, si se descubre que el público objetivo valora la simplicidad y la comodidad en sus vidas cotidianas, un nombre que refleje estos valores podría ser más efectivo y memorable.
Además, el proceso de naming puede ser una oportunidad para desafiar las percepciones establecidas y abrir nuevas posibilidades para la marca. Al identificar y capitalizar insights únicos, las empresas pueden diferenciarse de la competencia y construir una identidad de marca más auténtica y relevante para su audiencia. En resumen, el naming no solo se trata de elegir un nombre llamativo, sino de aprovechar insights significativos para crear conexiones emocionales y duraderas con los consumidores.